Roma, 1880. Después de cerrar su panadería, el negocio del que vive toda su familia, Gregorio Ferramonti (Anthony Quinn) comunica a sus hijos Pippo (Gigi Proietti), Mario (Fabio Testi) y Teta (Adriana Asti) que en adelante tendrán que ganarse la vida por sus propios medios. Sin embargo, Irene (Dominique Sanda), la mujer de Pippo, una joven hermosa, calculadora, ambiciosa, utilizará sus dotes de manipulación para adueñarse de la herencia de los Ferramonti.